top of page

Periplo literario: el París y el Madrid del siglo XVIII

  • Foto del escritor: Lydia Sanchez Gil
    Lydia Sanchez Gil
  • 11 mar 2018
  • 5 Min. de lectura

Actualizado: 19 abr 2018

Este domingo, en ESC os traemos una manera muy diferente de viajar pero no por ello menos divertida y enriquecedora. Ya saben, "es importante conocer el pasado para comprender el presente e imaginar el futuro", y aquí os traemos una parte de ese pasado.

Antes más que ahora, pero todavía hay quien sigue recurriendo a las guías y mapas convencionales cuando van a visitar una ciudad que no conocen, bien sea para orientarse dentro de la misma o bien para saber cómo llegar a ella. En ESC podríamos subir una entrada acerca de estas herramientas ya algo anticuadas, pero en esta ocasión hemos preferido hacer algo diferente. En 2015, Arturo Pérez-Reverte presentaba una nueva novela titulada Hombres Buenos.

En ella, se cuenta la historia real de dos académicos de la RAE de finales del siglo XVIII, don Hermógenes Molina y don Pedro Zárate, a quienes se les encarga traer a España un ejemplar original de la recién publicada Encyclopédie de D’Alembert y Diderot. Y se preguntarán qué tendrá que ver una novela histórica con viajar, hacer turismo, explorar… Pues tiene que ver, y mucho, porque Reverte no se ha limitado únicamente a contarnos una embaucadora historia real sobre esos dos académicos que les hemos mencionado, sino que, además, va intercalando con ella un relato donde nos cuenta cómo se documentó a la hora de escribir el libro. En dichas partes, hallaremos conversaciones reproducidas del autor con otros académicos actuales como Gregorio Salvador, quien le orientó acerca de la labor de la RAE por aquel entonces, así como por los documentos donde se encuentran recogidas las actas de reuniones de la institución, que le serían útiles para su historia.


Pero centrándonos en lo nuestro, lo que de verdad nos importa aquí es la extraordinaria labor que realiza el periodista cartagenero cuando tiene que comenzar a narrar el viaje de los dos académicos de Madrid a París. En primer lugar, suele puntualizar las guías de las que dispone para informarse de las rutas que entonces existían entre ambas capitales, como la de Escribano de 1775, que trata sobre itinerarios españoles, o la de Jaillot de 1763, que recoge los caminos y postas franceses de aquel período. Incluso llega a reseñar cómo se hizo con otras obras que le fueron de gran utilidad, como la obra completa de Tomás López, donde se reúnen caminos, pueblos y ciudades de aquel tiempo. De esta manera, el autor nos acaba descubriendo que “la mayor parte de las rutas coincidía con las antiguas […]” y que “algunas carreteras secundarias se mantenían fieles a los antiguos caminos, jalonadas por los mismos topónimos que figuraban en las guías dieciochescas: la venta de Pedrezuela, Cabanillas, la venta de Foncioso…” (pág. 109). Al escritor le resultaron útiles “aquellas vías menos frecuentadas que conservaban el trazado de cuando los caminos se establecían buscando el terreno más llano y accesible” (pág. 110). Tanto es así, que consiguió visitar la gran mayoría de esos lugares que pretendía incluir en su novela recorriendo la A-1 que une Madrid con la frontera con Francia. Y esta no es la única referencia a las actuales carreteras: en la página 149, señala que tuvo que apartarse de la autovía principal a la altura de Briviesca “pues, comparando antiguas guías de caminos con el mapa moderno de carreteras, comprobé que la N-1 seguía allí el trazado del antiguo camino real entre Burgos y Vitoria”. Reverte llega hasta el punto de hacer una mini-ruta guiada por la ribera del Loira a partir de estas explicaciones: “…siguiendo en automóvil la autovía hasta Tours; y de allí, por la N-152 que sigue la ribera derecha del Loira, […] continué un agradable viaje […] comprobando las sucesivas paradas de postas que habían recorrido los académicos españoles: Amboise, el puente de Choisy, Blois, Cléry…” (pág. 180).


Asimismo, no sólo podrán recorrer la ruta que estos académicos hicieron en su día, sino que las minuciosas descripciones de Reverte le permitirán recrear los mismos escenarios en los que el periodista situó a dichos personajes. En la página 134, nos cuenta cómo anduvo recorriendo el centro de Aranda del Duero con el objetivo de encontrar una ubicación donde poder emplazar uno de los pasajes de la novela; en concreto, una posada donde los protagonistas pudieran pasar la noche.


Por otro lado, cabe destacar que Reverte no sólo se limita a describir estos paisajes turístico-documentalistas, por llamarlos de alguna forma, sino que también detalla las rutas que recorrieron Molina y Zárate, llenando la historia de numerosas referencias al callejero de aquella época, tanto en las digresiones que él mismo realiza como en boca de los propios personajes. Es imposible relatar todas las alusiones tanto de este tipo como de las anteriores (ya que, además, en algunas ocasiones estas menciones se extienden algo más hasta llegar a crear un mapa imaginario en nuestra propia cabeza), pero sí podemos afirmar que éstas son las más abundantes. Casi en cada página, Reverte deja algún comentario sobre la ubicación de los personajes en su búsqueda de la deseada Encyclopédie: “está en la rue Neuve des Petits Champs, en el corazón elegante de París, a dos pasos del Louvre y del jardín de las Tullerías”, hablando de la que entonces era sede de la embajada española en París,

el hotel Montmartel. Más adelante, en la página 210, hallamos uno de estos tantos fragmentos que corrobora a la perfección todo lo que hemos estado diciendo: “Raposo camina hasta el Sena por Saint-Denis, pasa bajo los siniestros muros medievales del Petit-Châtelet y tuerce a la izquierda, siguiendo el muelle hasta llegar a la plaza de Grève”.



Foto tomada de la agencia EFE


En definitiva, y como ratificarán ustedes mismos si acaban por leer el libro o si ya lo han hecho, Arturo Pérez-Reverte no sólo trata de embaucarnos con una historia entretenida e informativa a la vez sino que también plasma de una forma tan detallada como artística el París y el Madrid del siglo XVIII, así como los caminos que entonces y hoy unen ambas ciudades, posibilitando a aquella persona que disfruta tanto de la lectura como de los viajes el poder recrear gran parte de sus escenarios y juntar, así, esas dos aficiones que tanto acaban por tener en común.


Al hilo de todo esto, nos gustaría terminar la entrada dejándoles una serie de artículos que reúnen mapas del tipo que utilizó Reverte para su novela. Ambos nos hablan de las calzadas romanas (uno de ellos nos convierte el entramado en líneas de metro), muy anteriores a las que el periodista menciona, pero, como ya saben, muchas de las actuales carreteras están construidas sobre aquellos trazados. Asimismo, aunque no son documentos tan sofisticados y cultos como los de él, es probable que les sirvan a la hora de saciar su curiosidad sobre este tema y, quizás, puedan terminar incitándoles a coger el coche y recorrer, libro en mano, las antiguas España y Francia.

Comments


© 2023 por NÓMADA EN EL CAMINO. Creado con Wix.com

  • b-facebook
  • Twitter Round
  • Instagram Black Round
bottom of page